Phil Collins, una leyenda viva de la música, se encuentra hoy en una etapa profundamente distinta a los años de esplendor que marcaron su carrera.
A punto de cumplir 80 años, su vida actual es mucho más tranquila, pero también más sombría y marcada por el deterioro físico.
Durante décadas, fue uno de los músicos más admirados del mundo, tanto como baterista de Genesis como en su carrera solista.
Éxitos como “In the Air Tonight”, “Against All Odds” y “Another Day in Paradise” lo convirtieron en un ícono global, con una voz poderosa y una sensibilidad única para transmitir emociones.
Sin embargo, tras años de giras intensas y desgaste físico, su cuerpo empezó a pasar factura.
En particular, sufrió una grave lesión en la columna que lo obligó a dejar de tocar la batería, el instrumento que definió su identidad artística.
Con el tiempo, su movilidad se redujo drásticamente, y hoy depende de una silla de ruedas para desplazarse.
Su última gira mundial, “The Last Domino?”, fue anunciada como una despedida, y en ella se presentó sentado, con expresión seria, mientras su hijo Nicholas tocaba la batería en su lugar.
Muchos fans se emocionaron al verlo así, sabiendo que estaban siendo testigos de los últimos momentos de una leyenda sobre el escenario.
Actualmente vive en una lujosa pero silenciosa mansión en Suiza, donde busca paz y privacidad lejos de la atención pública.
Pasa la mayor parte de su tiempo descansando, escuchando música y rodeado de memorias de una vida artística inigualable.
Además de sus problemas físicos, Collins ha atravesado varias situaciones personales difíciles, especialmente su conflictiva relación con su exesposa Orianne Cevey.
Ambos protagonizaron una batalla legal mediática por una propiedad valorada en más de 40 millones de dólares, lo cual afectó aún más su tranquilidad emocional.
A pesar de su fortuna aún considerable, que supera los 300 millones de dólares según algunas estimaciones, Collins lleva una vida cada vez más retirada y melancólica.
Ya no concede entrevistas con frecuencia, y sus apariciones públicas son extremadamente limitadas.
Sus hijos, especialmente Nicholas, siguen involucrados en la música, y Collins se muestra orgulloso de su legado familiar y artístico.
En entrevistas pasadas, ha expresado que no le teme a la muerte, pero sí lamenta no poder hacer lo que más amaba: tocar la batería.
Su legado, sin embargo, sigue vivo en cada nota, en cada disco y en cada fan que aún lo escucha con admiración.
Phil Collins representa el ascenso absoluto a la cima del arte… y también el peso del paso del tiempo sobre los grandes genios.
Su vida actual puede parecer triste, pero está llena de significado, recuerdos y un legado que jamás se borrará.
A veces, el silencio que hoy lo rodea dice más que mil canciones: habla del precio de la grandeza y de la fragilidad inevitable del ser humano.