El Papa Francisco descubre la existencia del Cronovisor del Vaticano, un dispositivo que permite observar eventos históricos del pasado.
Usando el Cronovisor, el Papa presencia a Jesús predicando en Cafarnaún y recibe un mensaje sobre preparar al mundo para su segunda venida.

En un giro sorprendente de los acontecimientos, se ha revelado que el Papa Francisco, durante su papado, ha sido obligado a enfrentarse a secretos ocultos del Vaticano que han permanecido en la oscuridad durante siglos.
Según fuentes cercanas, el Santo Padre, tras un período de insomnio extremo, fue llevado a una prisión secreta en el tercer subsuelo del Vaticano, donde se le reveló la existencia de criaturas y misterios inimaginables, incluido el propio Judas Iscariote, quien no solo sigue vivo, sino que también trabaja para la Santa Sede.
El Papa, abrumado por la carga de secretos, solicitó una reunión con el padre Pómoro, jefe de la prisión del Vaticano.
“Mire su Santidad, en nuestra ala este del tercer subsuelo tenemos la habitación papal del viejo Cronovisor”, le explicó Pómoro.
Este dispositivo, que supuestamente permite ver eventos pasados, había estado inactivo desde 1959, pero su historia es tan fascinante como inquietante.
“¿Te refieres al Cronovisor?”, preguntó Francisco, visiblemente intrigado.
Pómoro asintió, explicando que el dispositivo había sido creado por un grupo de científicos en la década de 1940 y que había permitido presenciar momentos históricos, incluida la crucifixión de Cristo.
Sin embargo, el Vaticano desmintió su existencia en 1988, alegando que era una broma.
Pero ahora, con el interés del Papa, la posibilidad de revivir el Cronovisor parecía más cercana que nunca.
El padre Pómoro, emocionado, ofreció a Francisco la oportunidad de ver el Cronovisor.
“Allí podrá dormir sin que nadie lo moleste”, dijo, guiándolo hacia la habitación.
Sin embargo, al llegar, se encontraron con una puerta gigantesca que no se abría.
La frustración del Papa era palpable.
“Mire, Pómoro, solo quería cerrar los ojos unos minutos y usted me viene con este asunto del Cronovisor.
¡Solucione esto de inmediato!”, exigió Francisco.

Pómoro, decidido a ayudar, se fue rápidamente en busca de ayuda.
Minutos después, regresó con un ser extraordinario: Goliat, un troll de las cavernas capturado en Noruega en 1918, que había desarrollado una extraña afición por las papas fritas.
“No tengan miedo, pero manténganse a distancia”, advirtió Pómoro mientras Goliat se acercaba.
Con la ayuda del troll, la puerta se abrió y el Papa pudo finalmente entrar en la sala.
Una vez dentro, Francisco se encontró con un antiguo televisor blanco y negro y un teclado lleno de botones.
“Esto está lleno de cesio, el número atómico 55”, comentó el Papa, recordando sus días de químico.
Tras algunos intentos fallidos, finalmente logró activar el Cronovisor.
“Voy a ver a Jesús”, exclamó con entusiasmo.
Con el corazón latiendo de emoción, el Papa escribió rápidamente en el teclado, seleccionando la fecha y el lugar.
“Cafarnaún, Mar de Galilea, año 30 d.C.”, murmuró.
Al presionar el botón, la pantalla cobró vida, mostrando a Jesús predicando a una multitud.
Francisco, con lágrimas en los ojos, pudo escuchar las Bienaventuranzas, mientras traducía en voz baja para Pómoro.
“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”, decía Jesús, y el Papa no podía contener su emoción.
Pero en un giro inesperado, Jesús, al notar la presencia del Papa, se volvió hacia la pantalla y dijo: “No sé quién eres, pero debo agradecerte por tu fe”.

El Papa, temblando de asombro, se presentó.
“Soy el Papa Francisco”, respondió, y Jesús le encomendó una tarea: “Te haré saber un día antes cuándo llegará tu hora de partir.
Debes preparar al mundo para mi segunda venida, que marcará el fin de los tiempos”.
Pero antes de que Francisco pudiera hacer más preguntas, una mujer apareció en la escena.
“La comida ya está lista”, le dijo a Jesús, quien la abrazó con ternura.
Era María Magdalena, la esposa de Jesús, y su presencia dejó al Papa aún más asombrado.
“Adiós, amigos míos”, dijo Jesús antes de desaparecer, dejando a Francisco con la responsabilidad de un mensaje crucial para la humanidad.
“¿Qué hará el Vaticano con esta información?”, se preguntó el Papa, mientras las lágrimas caían por su rostro.
Este relato increíble plantea más preguntas que respuestas.
¿Es posible que el Vaticano haya estado ocultando la verdad sobre el Cronovisor y su capacidad para ver el pasado? ¿Qué otros secretos oscuros se esconden bajo Roma? La historia del Papa Francisco y su encuentro con Jesús a través del Cronovisor es solo una de las muchas revelaciones que podrían cambiar nuestra comprensión de la fe y la historia.
Así que, queridos lectores, mantengan la fe y estén atentos, porque el Vaticano guarda secretos que podrían sacudir los cimientos de la religión tal como la conocemos.
¡No dejen de seguir esta historia, porque lo que hay detrás de las columnas y rezos del Vaticano podría ser más sorprendente de lo que jamás imaginamos!
