Helen de Génerez llamó a Guillermo del Toro, puertorriqueño. En vivo frente a 5 millones de espectadores. Y cuando él la corrigió, ella dijo que era lo mismo, que todo era básicamente lo mismo. México, Puerto Rico, España, todo Latinoamérica. Y lo que pasó después fue tan incómodo que el equipo de producción consideró seriamente cortar a comerciales, pero no pudieron porque Helen seguía hablando, cabando su tumba más profundo con cada palabra.

Octubre de 2024. The Helen Show estaba en su última temporada. Ellen había anunciado meses atrás que terminaría el programa después de dos décadas al aire. Cada episodio era una celebración, un adiós, un intento de terminar con gracia. Este episodio iba a ser especial. Guillermo del Toro promocionando su nueva película, Una historia de fantasía ambientada en el México postrevolucionario.
La prensa ya hablaba de Óscar. Helen quería el Scoop. Guillermo llegó al estudio de buenas. Había estado en el show antes, conocía el formato. Sabía que Helen haría chistes, que lo haría bailar probablemente, que todo sería ligero y divertido. Una hora fácil de promoción. No tenía idea de lo que venía. El show comenzó normal.
Helen hizo su monólogo, bailó con la audiencia, anunció a su primer invitado. Guillermo salió sonriendo, saludando, sentándose en el sofá junto a ella. Guillermo del Toro está aquí, dijo Helen a la cámara. director increíble, ganador del Óscar y uno de los artistas puertorriqueños más importantes de Hollywood. Hubo un momento de silencio.
Guillermo parpadeó. Soy mexicano, Helen. Helen se rió. ¿Qué? Soy de México, Guadalajara, no de Puerto Rico. Oh. Elen agitó la mano como si fuera un detalle sin importancia. Bueno, ya sabes, todos ustedes. Es básicamente lo mismo, ¿no? La audiencia se rió. Pensaron que era parte del show. Guillermo no se rió.
No es lo mismo. Son países completamente diferentes. Claro, claro. Helen todavía sonreía, pero quiero decir, Latinoamérica. Todo es como una gran familia, misma cultura, mismo idioma. Los detalles no importan tanto. Los detalles sí importan, Helen. La sonrisa de Helen vaciló ligeramente. Okay, señor serio.
Películas
Es solo que para los que no somos de ahí todo suena similar. No te ofendas. No me ofendo, pero necesitas entender que México y Puerto Rico son tan diferentes como Estados Unidos y Canadá. Nadie los confundiría. Bueno, Canadá está justo arriba. Puerto Rico y México están cerca también, ¿no? Guillermo respiró profundamente. Puerto Rico es una isla en el Caribe.
México está en América del Norte. Hay más de 2,000 km de distancia. Okay. Geografía. Helen hizo un gesto como diciendo, “¿Qué más da?” Pero culturalmente es similar. Mismo idioma, comida parecida, música parecida. No es tan diferente. Helen. La voz de Guillermo había perdido todo tono amigable.
¿Alguna vez has estado en México? He estado en Cabo, hermosas Playas. Y en Puerto Rico también, San Juan también hermoso. Y basándote en visitas turísticas a Resorts, decidiste que dos países son intercambiables. Helen se rió nerviosamente. Oye, no tienes que ponerte así, solo estamos conversando. No, no estamos conversando. Tú me identificaste incorrectamente en televisión nacional y luego cuando te corregí dijiste que no importa porque todo es lo mismo.
No dije que no importa. Dijiste los detalles no importan. Mi nacionalidad no es un detalle, es quién soy. La audiencia estaba en completo silencio. Ahora esto claramente no era parte del guion. Helen intentó bromear. Okay, Guillermo está enojado. Alguien dele un taco para calmarlo. Nadie se ríó. Guillermo la miró sin expresión.
Acabas de hacer un chiste de tacos. Helen se dio cuenta inmediatamente de su error. Era era solo un chiste. No estaba. ¿Crees que todos los latinos comen tacos y eso nos calma? Esa es tu comprensión de la cultura, Guillermo. Vamos. ¿Sabes que no soy racista? Mi jardinero es mexicano. Mi asistenta también. Los amo.
Música y sonido
El silencio que siguió fue devastador. Alguien en la audiencia dijo, “Oh, no.” Audiblemente. Guillermo se inclinó hacia atrás en el sofá, cruzó los brazos. Su cara era completamente seria. Helen, acabas de hacer algo extraordinario. En menos de 5 minutos lograste uno, identificarme incorrectamente por país.
Televisión y vídeo
Dos, decir que todos los países latinos son básicamente lo mismo. Tres, hacer un chiste racial sobre tacos. Y cuatro, usar a tu personal latino como escudo contra acusaciones de ignorancia. Es casi impresionante la cantidad de metidas de pata en tan poco tiempo. Helen estaba claramente en pánico. Ahora, mira, claramente empezamos con el pie izquierdo. No empezamos mal.
Tú empezaste mal. Yo llegué aquí feliz de estar en tu programa. Tú decidiste que mi identidad no era suficientemente importante para verificar. Tenemos tarjetas de producción. Alguien las escribió. Alguien puso puertorriqueño. Nadie verificó. Y tú lo leíste sin cuestionar. Ellen miró hacia el productor fuera de cámara.
Programas de televisión
¿Quién escribió las tarjetas? No importa quién las escribió, interrumpió Guillermo. Tú las leíste, tú las dijiste. Y cuando te corregí, tu respuesta no fue disculparte, fue decir que no importa. No quise decir. Dijiste exactamente lo que quisiste decir y luego seguiste cabando. El comentario de los tacos, lo de tu jardinero y tu asistenta. Guillermo se puso de pie.
Elen parecía confundida. ¿A dónde vas? Me voy. No voy a seguir en este programa. Guillermo, por favor, podemos empezar de nuevo. Podemos cortar y no porque el problema no es lo que dijiste, es lo que piensas. Y eso no se arregla con cortar y empezar de nuevo. Guillermo caminó hacia el frente del escenario, más cerca de la audiencia.
Quiero explicarles algo a todos ustedes, a Helen, a la gente viendo en casa. Cuando alguien confunde tu nacionalidad, no es solo un error inocente, es el resultado de años de no considerar que Latinoamérica tiene 33 países, cada uno con su propia historia, su propia cultura, su propia identidad. México no es Puerto Rico, no es Guatemala, no es Argentina, no es España.
Somos vecinos, compartimos idioma, tenemos algunas similitudes, pero somos diferentes. Tan diferentes como Alemania e Italia, como Japón y Corea, como Estados Unidos e Inglaterra. Pero nadie confundiría esos países. Nadie le diría a un alemán, “Eres italiano, ¿verdad?” Bueno, es lo mismo, porque los europeos son vistos como individuos, los asiáticos son vistos como individuos, los latinos somos vistos como un bloque uniforme, un grupo indistinguible.
Helen intentó interrumpir. Guillermo, reconozco que cometí un error. No es solo un error, es un patrón. Es la misma actitud que hace que Hollywood ponga a cualquier actor latino en cualquier papel latino sin importar su origen real. Mexicanos interpretando colombianos. Puertorriqueños interpretando mexicanos, argentinos interpretando cubanos como si todos fuéramos intercambiables.
¿Pondrían a un escocés a interpretar a un griego? ¿A un sueco a interpretar a un portugués? No, porque reconocen las diferencias. Guillermo se volvió hacia Helen y luego el comentario de los tacos. Helen, ¿cuál era el chiste ahí? Que todos los mexicanos amamos los tacos, que la comida nos calma como animales. No era eso.
Entonces, ¿qué era? explícamelo, porque desde donde estoy parado fue un estereotipo racial presentado como humor. Helen no respondió. Y luego luego dijiste, “Mi jardinero es mexicano, mi asistenta también, como si tener empleados latinos te diera permiso para decir lo que quieras sobre nosotros. Esa frase, algunos de mis mejores amigos son, es el cliché más viejo del libro.
Es lo que dice la gente cuando sabe que acaba de decir algo problemático. Guillermo caminó de regreso hacia el sofá, pero no se sentó. ¿Sabes qué es lo triste, Helen? Que probablemente no tienes mala intención. Probablemente realmente piensas que amas a tu jardinero y a tu asistenta, pero los ves como mi jardinero mexicano, no como Juan o María con historias complejas y vidas completas.
Los defines por su trabajo y su origen. Eso es exactamente el problema. No es odio, es reducción. es hacer que gente compleja sea simple, que países complejos sean intercambiables. Helen finalmente encontró palabras. Tienes razón. Tienes completamente razón. Lo que dije fue ignorante. Sí, lo fue. ¿Hay algo que pueda hacer? ¿Alguna forma de arreglar esto? Guillermo consideró por un momento.
Puedes empezar por realmente aprender, no como performance, no porque te atraparon diciendo algo malo, sino porque genuinamente no sabes cosas que deberías saber. México y Puerto Rico tienen historias completamente diferentes. México fue colonizado por España. Luchó por independencia en 1810. Tuvo revoluciones, dictaduras, cambios profundos.
Puerto Rico también fue colonia española, pero en 1898 pasó a control de Estados Unidos. Nunca fue independiente. Es un territorio estadounidense. Los puertorriqueños son ciudadanos americanos. Esas son historias completamente distintas que crearon culturas distintas. La música es diferente, la comida es diferente, el español tiene acentos y vocabulario diferente.
Música y sonido
Confundirnos no es un error pequeño, es borrar esas diferencias. Es decir, que nada de eso importa. Elena asintió. Lo entiendo y lo siento. De verdad, lo siento. No me digas a mí que lo sientes. Dile a tu audiencia. Dile a los millones de personas viendo que cometiste un error y que vas a hacer mejor. Helen se volvió hacia la cámara. Quiero disculparme con Guillermo, con cualquier persona mexicana o puertorriqueña o de cualquier país latino que haya visto esto.
Dije cosas ignorantes, hice suposiciones, no tomé en serio las diferencias entre culturas y eso no está bien. Voy a educarme de verdad, no solo leer un artículo. Voy a aprender sobre la historia, la cultura, las diferencias reales entre países y voy a ser mejor. Guillermo la observó por un momento. Okay, eso es un comienzo.
¿Te quedarás? ¿Terminaremos la entrevista? No, porque lo que pasó aquí no se puede deshacer simplemente continuando como si nada. Este momento necesita existir, necesita ser incómodo, porque la incomodidad es lo que hace que la gente recuerde, lo que hace que la gente cambie. Si seguimos con la entrevista normal, en una semana esto será olvidado.
Oh, en cometió un error, pero luego siguieron adelante y todo bien. No quiero que sea todo bien. Quiero que este momento importe. Guillermo caminó hacia la salida. Espero que realmente aprendas, Elen. Espero que no sea solo palabras. Y para todos los que están viendo, especialmente los que no son latinos, tómense el tiempo de aprender.
No es difícil. Solo requiere que consideren que el mundo es más complejo de lo que asumen, que 33 países no son un bloque uniforme, que cada persona tiene una historia específica, que los detalles sí importan. Porque cuando dices que los detalles no importan, estás diciendo que nosotros no importamos. Guillermo salió del set.
La música no sonó, los créditos no rodaron. Helen se quedó sentada en el sofá visiblemente afectada. Después de 30 segundos de silencio, el productor finalmente cortó a comerciales. Cuando el show regresó, Helen estaba sola. Guillermo se fue y tiene todo el derecho. Lo que pasó hoy fue un recordatorio de que todos, incluyéndome, tenemos puntos ciegos.
Crecí en una época y en un lugar donde no se me enseñó mucho sobre Latinoamérica. Eso no es excusa, es explicación y necesito hacer mejor. Vamos a donar $100,000 a organizaciones educativas que enseñan historia y cultura latinoamericana en escuelas de Estados Unidos. Porque si yo no aprendí, probablemente hay millones de personas que tampoco.
Y personalmente voy a hacer el trabajo de aprender, no para verme bien, porque debía haberlo hecho hace décadas. El episodio terminó 20 minutos temprano. Fue el final más extraño en la historia del programa. Para esa noche, el clip tenía 150 millones de vistas. Para el fin de semana, 900 millones. Los comentarios eran complejos.
Programas de televisión
Guillermo hizo lo correcto. No puedes dejar que esas cosas pasen. Helen realmente parecía arrepentida al final. Espero que lo sea. Como puertorriqueño. Gracias, Guillermo. Estamos cansados de ser confundidos con otros países. Como mexicano también somos orgullosos de México. No es intercambiable. Lo del jardinero y la asistenta fue peor que la confusión inicial.
Al menos Elen admitió que estaba mal. Eso es más de lo que hacen la mayoría de celebridades. Tres semanas después, Helen cumplió su promesa, donó el dinero, pero también hizo algo más. Dedicó un episodio entero a historia y cultura latinoamericana. Invitó a educadores, historiadores, artistas, cada uno explicando sus países específicos, las diferencias, las similitudes, la complejidad.
Guillermo del Toro fue invitado a ese episodio. Aceptó. Cuando se sentó junto a Helen, la atmósfera era diferente. “Gracias por volver”, dijo Helen. “Gracias por hacer el trabajo, por realmente aprender.” Fue humillante darme cuenta de cuánto no sabía, pero necesario. Tuvieron una conversación de 30 minutos sobre México, sobre su película, sobre por qué la representación importa, sobre cómo los creadores latinos están cambiando Hollywood.
Fue la mejor entrevista que Helen hizo en su última temporada. Cuando le preguntaron después sobre el incidente, Guillermo dijo, “La gente comete errores, eso es humano. Lo que importa es qué hacen después.” Helen pudo haber dado una disculpa genérica y seguir adelante. En cambio, realmente hizo el trabajo. Aprendió, cambió.
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No todos lo hacen. Muchos solo esperan que pase la tormenta. Pero ella usó su plataforma para educar, para admitir públicamente que estaba mal y que necesitaba cambiar. Eso requiere humildad y eso lo respeto. El último episodio de The Allen Show incluyó un montaje de momentos memorables. La confrontación con Guillermo estaba incluida, no como algo que esconder, sino como una lección.
En su discurso final, Helen dijo, “He cometido muchos errores en 20 años. Este show ha evolucionado. Yo he evolucionado. Pero algunos de mis mejores momentos de crecimiento vinieron de los momentos más incómodos. Cuando Guillermo del Toro me confrontó sobre mi ignorancia, pude haberme puesto defensiva, pude haber dicho, “Es solo un error, supéralo.
” En cambio, elegí escuchar, elegí aprender y eso cambió cómo veo el mundo. Así que gracias, Guillermo, por no dejarme salir con la mía, por exigir mejor. Todos deberíamos tener personas así en nuestras vidas. Y así lo que comenzó como un error terrible se convirtió en algo más, no en redención fácil, no en todo está perdonado, sino en un ejemplo genuino de cómo responder cuando te equivocas, no con excusas, no con defensividad, con humildad, con acción, con cambio real, porque al final no se trata de nunca cometer errores, se trata de qué haces
