ASÍ OCULTARON a DEBANHI ESCOBAR – FILTRAN FOTOS de la AUTOPSIA y descubren algo TREMENDO

Nadie imaginó que la desaparición de una joven de 18 años se convertiría en un terremoto social que sacudiría los cimientos de México.

La historia de Debanhi Escobar —la estudiante de Derecho, soñadora y valiente, cuyo último retrato junto a una carretera se volvió símbolo de indignación nacional— ya no es solo un caso policial. Es el reflejo más doloroso de una justicia rota, manipulada y envuelta en mentiras oficiales.

Las fotografías de la autopsia filtradas recientemente, incluidas en un documental de HBO, revelaron detalles tan escalofriantes que destruyeron por completo la versión oficial: la muerte de Debanhi no fue un accidente. Fue una tragedia encubierta.

El 21 de abril de 2022, día trece de la búsqueda, los padres de Debanhi —Mario Escobar y Dolores Bazaldúa (Lolis)— aún rezaban por un milagro.

Esa mañana, Carla Quintana, titular de la Comisión Nacional de Búsqueda, llegó a Nuevo León para unirse al operativo. Pero al caer la tarde, un llamado telefónico cambiaría todo: “Han encontrado un cuerpo en el motel Nueva Castilla”. Mario corrió al lugar.

El área estaba completamente acordonada, con decenas de agentes bloqueando el acceso. “Comimos y estuvimos aquí durante días, a solo veinte metros del tanque. No había olor, no había nada. ¿Pretenden que ahora crea que lo descubrieron por casualidad?”, exclamó con rabia.

El cuerpo fue hallado dentro de una cisterna de cuatro metros de profundidad, en el terreno del motel. Las autoridades aseguraron que un empleado detectó un olor fétido y dio aviso.

Pero la versión se derrumbó de inmediato: durante casi dos semanas, el equipo de búsqueda, la policía y los propios padres habían inspeccionado ese mismo lugar sin resultado alguno, bajo un calor de 45 grados.

“Me engañaron desde el primer día. Confié en ellos, y fue el mayor error de mi vida”, dijo Mario Escobar, con la voz quebrada. Cuando pidió ver el cuerpo, los funcionarios Rodolfo Salinas y Javier Caballero se marcharon sin responder. Algo estaba muy mal.

Horas después, a las dos de la madrugada, la familia fue llamada para reconocer el cuerpo por fotografías, ya que el cadáver había sido trasladado. “Me dijeron que las imágenes eran fuertes, que no debía verlas. Pero tenía que hacerlo, tenía que saber si era mi hija”, relató Mario.

La Fiscalía de Nuevo León ofreció su primera versión: “contusión profunda de cráneo”, una caída accidental sin señales de violencia.

Pero días después, una autopsia independiente realizada por el doctor Esaú —autorizada solo tras la intervención del gobernador Samuel García— desmontó la versión oficial y desató un escándalo nacional.

El informe del doctor Esaú fue contundente: Debanhi no murió por una caída. Presentaba hematomas, signos de asfixia y evidencia de abuso sexual.

“No hay forma de que esto sea un accidente”, afirmó el médico. A partir de ese momento, el caso dejó de ser una desaparición para convertirse en un símbolo de impunidad y manipulación institucional.

Pese a las nuevas pruebas, la Fiscalía insistió en su hipótesis del accidente: que Debanhi caminó sola por la noche, cayó en la cisterna y murió al golpearse la cabeza.

Pero la evidencia forense desmiente esta historia. El cuerpo no tenía rasguños ni abrasiones, algo imposible si hubiera caído en una estructura de cemento y metal. No había fracturas en brazos o piernas, solo la lesión craneal.

Debanhi aún llevaba puestos sus tenis Converse, firmemente atados. Además, en otra cisterna cercana, se hallaron sus pertenencias: el celular, las llaves, gel para el cabello, su sujetador doblado con cuidado y preservativos, colocados ordenadamente en un escalón interior.

Para Mario Escobar, aquello fue una escena montada: “Alguien la puso ahí, y alguien quiso fabricar un accidente.”

La indignación se propagó como fuego. Monterrey salió a las calles. Miles de mujeres marcharon con pancartas que decían: “No fue un accidente, fue feminicidio.”

Activistas y juristas acusaron a la Fiscalía de actuar sin perspectiva de género, de minimizar la violencia contra las mujeres y de encubrir errores o intereses políticos.

La pregunta se hizo inevitable: ¿cómo es posible que el cuerpo apareciera en un sitio revisado tantas veces? ¿Quién mintió?

Bajo la presión social, la Fiscalía realizó cinco cateos en el motel. En el último, diecinueve días después, encontraron rastros de sangre en una habitación.

El caso escaló a nivel nacional. El presidente de México prometió supervisar la investigación y apoyar a la familia. Por orden judicial, se llevó a cabo la exhumación del cuerpo para confirmar la causa de muerte y certificar que Debanhi realmente descansaba en esa tumba.

“Necesitamos la verdad. No descansaremos hasta saber quién le hizo esto a nuestra hija”, dijo Mario, de pie frente a la cruz blanca que lleva el nombre de Debanhi.

Detrás del expediente hay una historia profundamente humana. Debanhi fue hija adoptiva, después de que sus padres perdieran a su primer hijo.

Su nombre completo, Debanhi Susana, significa “Dios eterno bendice a nuestra hija.” Le encantaba cantar, practicar gimnasia y soñaba con ser abogada “porque odiaba las injusticias”. Esa ironía trágica persigue hoy a su familia.

En el cementerio, Mario y Lolis construyeron una pequeña casita de ladrillo junto a su tumba, para que los visitantes puedan refugiarse del sol y dejar flores. “Ella quería justicia. Ahora somos nosotros quienes debemos conseguirla por ella,” repite el padre, sin apartar la mirada del retrato de su hija.

Las fotos filtradas, las contradicciones en los informes forenses y las omisiones de las autoridades han convertido el caso Debanhi Escobar en el espejo más crudo de la impunidad mexicana.

Una muerte, dos autopsias, cinco cateos, y un país entero preguntándose qué oculta la verdad. En medio de todo, la imagen de Mario Escobar —de pie, con la foto de su hija entre las manos— se ha vuelto símbolo de resistencia: “Lucharé hasta el final. Mi hija merece justicia.”

Hoy, más que nunca, México sigue preguntándose: ¿Quién puso a Debanhi en esa cisterna… y quién sigue escondiendo la verdad?