Benny Andersson, a los 78, revela lo que ocultó por décadas
En el universo de la música pop, pocos nombres resuenan con tanta fuerza como el de Benny Andersson, integrante y alma creativa de ABBA. Sus melodías marcaron a generaciones enteras, sus acordes se convirtieron en himnos globales y su talento lo consolidó como uno de los compositores más influyentes del siglo XX. Sin embargo, a pesar de la fama mundial, Benny siempre fue un hombre reservado, de pocas confesiones personales.
Hoy, a sus 78 años, decidió romper el silencio y admitir lo que por décadas se había convertido en rumor, sospecha y mito en torno a su figura.
El peso de una vida pública
Desde los años setenta, Andersson fue visto como el genio musical detrás de ABBA. Mientras el mundo tarareaba Dancing Queen o Mamma Mia, él trabajaba incansablemente en estudios de grabación, perfeccionando arreglos y explorando sonidos. Su rol en la banda fue decisivo, pero también lo encasilló en una imagen que, con el tiempo, le pesó.
“Todos pensaban que yo era solo la mitad de un dúo creativo”, confesó. “La verdad es que muchas veces me sentí invisible, como si mi verdadero yo estuviera escondido detrás del brillo del grupo.”
Lo que todos sospechaban
Durante años, fanáticos y críticos sospecharon que Benny guardaba una verdad íntima: que detrás del éxito mundial había un hombre que no siempre se sentía parte de ese espectáculo deslumbrante. Y finalmente lo admitió:
“ABBA fue el mayor regalo de mi vida, pero también fue mi prisión. Yo mismo me oculté detrás de la música y nunca me atreví a mostrar mi vulnerabilidad.”
Con esas palabras, reconoció que el precio del éxito fue altísimo: noches de soledad, dudas constantes sobre su identidad y un sentimiento de vacío que ni los aplausos multitudinarios lograban llenar.

La lucha contra el silencio
Andersson explicó que durante años optó por callar, convencido de que el público solo quería ver el lado brillante del fenómeno ABBA. “Había miedo de decepcionar. Pensaba que si mostraba mis fragilidades, todo el mundo dejaría de verme como ese genio musical que decían que era.”
La confesión impactó a los presentes y, posteriormente, a millones de seguidores alrededor del mundo.
Más allá de ABBA
Aunque ABBA se disolvió en los años ochenta, su legado nunca desapareció. Los musicales, las películas y las giras de reunión confirmaron que el fenómeno seguía vivo. Sin embargo, Andersson reveló que, en medio de esos reencuentros, todavía cargaba con la sombra del silencio.
“Sonreía en las conferencias de prensa, saludaba a los fans, pero dentro de mí había preguntas que no me dejaban dormir. ¿Quién era yo sin ABBA? ¿Valía algo más allá de las canciones?”
El precio personal
Benny también admitió que ese silencio afectó sus relaciones personales. “Hubo momentos en los que me escondí detrás del piano para no enfrentar mis problemas. Perdí amores, me alejé de amigos, todo porque me costaba mostrarme como realmente era.”
Lo que todos sospechaban —que el éxito no siempre trae felicidad— quedó confirmado en sus propias palabras.
La reacción del público
Las redes sociales explotaron con mensajes de apoyo. Miles de fans compartieron recuerdos de cómo sus canciones los habían acompañado en momentos importantes de sus vidas, y ahora prometían acompañar a Benny en su confesión. “Nos regalaste música eterna; ahora nos regalas tu verdad”, escribió un seguidor.
Incluso colegas de la industria musical lo aplaudieron por su valentía. “No hay nada más difícil para un artista que desnudarse emocionalmente. Benny lo acaba de hacer”, comentó un productor sueco.
La liberación de hablar
Andersson aseguró que compartir su verdad no fue fácil, pero sí necesario. “A los 78 años ya no tengo miedo. No busco compasión ni aplausos; busco paz. Y hablar hoy me la da.”
Esa confesión no disminuye su grandeza, sino que la humaniza. Detrás del ícono, había un hombre con dudas y fragilidades, igual que cualquiera.
El legado renovado
ABBA ya tenía un lugar asegurado en la historia de la música. Pero con esta confesión, Benny Andersson añade una nueva dimensión a su legado. Ya no solo será recordado como el cerebro musical del grupo, sino también como un hombre que, al final de su vida, se atrevió a romper con décadas de silencio.
Lo que todos sospechaban… confirmado
Durante años, los rumores señalaban que Andersson guardaba algo más allá de las notas musicales. Hoy sabemos que era verdad: ocultaba su vulnerabilidad. Y en esa admisión encontró la libertad que nunca tuvo.
“Quiero que me recuerden no solo por las canciones, sino por haberme atrevido a decir la verdad, aunque fuera tarde”, concluyó en su discurso.
Los aplausos fueron largos, sentidos, diferentes. No eran solo para el músico, sino para el hombre que por fin se atrevió a hablar.
Y así, a los 78 años, Benny Andersson confirmó lo que todos sospechaban: que detrás de la leyenda había un ser humano que también necesitaba ser escuchado.
