Todo estaba listo para una velada inolvidable. El legendario Rubby Pérez volvía al escenario del emblemático Jet Set Club en Santo Domingo.
Un lugar que ha sido testigo de momentos históricos del merengue. Desde temprano, los fanáticos comenzaron a llegar, ansiosos por ver en vivo a una de las voces más icónicas del país.
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Con la energía que lo caracteriza, Rubby Pérez hizo su entrada triunfal entre aplausos y vítores.
Vestido con elegancia y una sonrisa amplia, saludó a su público con gestos afectuosos.
Su banda comenzó a tocar los primeros acordes, y el cantante tomó el micrófono con firmeza, listo para hacer vibrar el lugar con su repertorio.
Desde el primer tema, la atmósfera se volvió festiva. El público bailaba, cantaba y respondía con entusiasmo a cada canción.
Rubby no solo interpretaba, también conversaba con los presentes, compartía anécdotas y agradecía el cariño recibido.
Era evidente que esa noche tenía un significado especial tanto para él como para sus seguidores.
En un momento de gran emoción, Rubby pidió que todos encendieran las linternas de sus celulares.
El salón se llenó de luces blancas que parpadeaban al ritmo de la música, creando un ambiente íntimo y emotivo.
Mientras cantaba “Enamorado de ella”, se respiraba una conexión profunda entre artista y audiencia.
Justo cuando la noche alcanzaba su punto más alto, un sonido extraño interrumpió la magia. a.
