Desde su nacimiento, Mía de Molina ha estado en el ojo público debido a la fama de su padre, Raúl de Molina. Aunque nunca buscó la popularidad, su vida ha sido observada por muchos.
A sus casi 25 años, Mía, quien se especializó en Negocios Internacionales y siente una gran pasión por la moda, habló abiertamente sobre su experiencia en una entrevista con la comunicadora venezolana Daniela Di Giacomo.
Mía explicó que no permite que los comentarios en redes sociales le afecten, aunque le incomoda que muchos asuman que no trabaja.
Contó que hace un tiempo su padre mencionó en un pódcast que había invertido cerca de medio millón de dólares en su educación y bromeó diciendo que ella no hacía nada.
Sin embargo, muchas personas tomaron esa declaración demasiado en serio y le generó críticas injustificadas.
Lejos de lo que algunos creen, Mía ha trabajado arduamente.
Tras graduarse, consiguió un empleo donde laboraba tres días a la semana, con horarios de 10 de la mañana a 6 de la tarde, y en ocasiones hasta la madrugada.
Más adelante, surgió otra oportunidad laboral que decidió aceptar, lo que la llevó a trabajar sin descanso durante ocho meses, sin días libres.
Desde entonces, ha logrado mantenerse económicamente por sí misma, cubriendo sus propios gastos, como el alquiler y la gasolina.
A pesar de vivir sola, Mía mantiene una relación cercana con sus padres.
Para ella, compartir momentos con ellos es una prioridad.
De hecho, prefiere pasar una noche de viernes cenando con su padre antes que salir con amigas.
Aunque en un principio soñaba con estudiar Moda, terminó eligiendo Negocios Internacionales, influenciada por los consejos de su papá.
Sin embargo, no se arrepiente, ya que considera que su carrera le permite aplicar sus conocimientos al mundo de la moda y el marketing.