Juan Gabriel, uno de los artistas más icónicos de México, dedicó gran parte de su vida a mantener su intimidad a salvo de la mirada pública. A lo largo de su carrera, nunca confirmó abiertamente su orientación sexual, aunque no fueron pocos los rumores que giraron a su alrededor. Si bien los medios y los fanáticos especulaban sobre sus preferencias, Juan Gabriel nunca se pronunció al respecto, lo que alimentó el misterio en torno a su vida privada.
El reconocimiento de su genio musical y su enorme éxito sobre el escenario contrastaban con la vida personal del artista, que se mantuvo fuera del alcance de los ojos curiosos. A pesar de las numerosas historias de amores y rumores sobre relaciones con hombres, Juan Gabriel siempre se mostró reticente a compartir detalles sobre su vida afectiva. Fue hasta años después de su fallecimiento que algunos de sus allegados decidieron arrojar algo de luz sobre esos aspectos desconocidos.
Uno de esos allegados fue Anathan Bris, un amigo de la infancia que compartió en una entrevista detalles reveladores sobre las preferencias de Juan Gabriel. Según Bris, el cantante de “Querida” se sentía atraído por hombres de piel oscura y musculosos, un tipo de hombre que además solía cuidar y mimar de formas particulares, como rascarles la espalda.
Sin embargo, a pesar de los secretos revelados, Juan Gabriel nunca admitió públicamente ser gay o bisexual, y sus respuestas a preguntas directas sobre su sexualidad siempre fueron evasivas, como cuando en una entrevista con Fernando del Rincón en 2001 respondió con una frase enigmática, “lo que ves no es lo que preguntas”. De igual manera, en una entrevista en 1999 con la revista Somos, declaró que nunca tuvo preferencias sexuales definidas y que había vivido una vida “salvaje”, libre de etiquetas.
Más allá de su vida sentimental, la historia de Juan Gabriel está marcada por las dificultades que enfrentó desde su infancia. Nacido como Alberto Aguilera en Parácuaro, Michoacán, su familia pasó por serias dificultades económicas. Tras un incidente que involucró a su padre y un incendio en la granja vecina, la familia enfrentó un período de gran tensión y hostilidad, lo que llevó al padre de Juan Gabriel a ser internado en un hospital psiquiátrico. Con la partida de su padre, la madre de Alberto, al igual que sus hermanos, se vio obligada a mudarse a Ciudad Juárez, donde todos tuvieron que trabajar arduamente para sobrevivir.
En ese contexto, Alberto, el hijo menor, tuvo una infancia difícil y estuvo marcado por el abandono y la falta de apoyo emocional. A los cinco años, fue ingresado en un instituto de mejora social, un lugar que resultó ser clave en su vida. Allí comenzó a forjar su amor por la música, gracias al apoyo de sus maestros, quienes le enseñaron a tocar varios instrumentos. En particular, Juan Contreras, un instructor del taller de hojalatería, desempeñó un papel crucial en su formación, enseñándole a tocar guitarra, violín y piano.
Alberto pasó varios años en instituciones y enfrentó muchas dificultades, pero su perseverancia nunca flaqueó. A los 13 años, escapó del instituto y se mudó con Juan, quien más tarde sería su gran mentor. Sin embargo, su búsqueda por encontrar a su madre no tuvo éxito, ya que ella, por diversos motivos, no tenía espacio para él. Fue entonces cuando la música se convirtió en su refugio.
En sus años en Juárez, Alberto se acercó más al mundo musical. Participó en el programa de televisión Nights Rancheras, donde su talento llamó la atención de los productores. A partir de ahí, empezó a cantar en bares y, a través de la ayuda de su amiga Meche Alvarado, encontró una oportunidad en el famoso salón Noa Noa, un lugar clave en su carrera. Sin embargo, aún enfrentó dificultades, como su rechazo por ser menor de edad.
Su determinación y la oportunidad que le brindó Meche le abrieron las puertas de la fama. Posteriormente, se mudó a la Ciudad de México en busca de mejores oportunidades, aunque los primeros años fueron difíciles. Sin embargo, su perseverancia lo llevó finalmente a firmar con una disquera, lo que marcó el inicio de su carrera como Juan Gabriel. Su nombre artístico, que combinaba el de su padre y su mentor, lo consolidó como una de las figuras más grandes de la música mexicana.
Pero su ascenso a la fama no estuvo exento de obstáculos. En su vida personal, se enfrentó a juicios y críticas por comportamientos que se consideraban fuera de las normas tradicionales de masculinidad. La sociedad rígida y conservadora de la época se mostró escéptica ante su vida privada, lo que generó muchas especulaciones sobre su sexualidad. Sin embargo, Juan Gabriel siempre prefirió mantener su vida afectiva en la sombra, eludiendo el escrutinio público y priorizando su carrera artística.
Juan Gabriel se convirtió en un ícono, no solo por su talento sino por su capacidad para mantener en privado aspectos fundamentales de su vida. Si bien muchos aspectos de su sexualidad permanecieron ocultos, su legado musical sigue siendo una de las mayores influencias de la música en español. A pesar de los años, su música sigue siendo un vehículo para la emoción y la expresión personal, demostrando que a veces la verdadera magia de un artista reside en lo que no se dice, sino en lo que se crea.