Rogelio Guerra fue uno de los íconos más grandes del cine mexicano, conocido tanto por su impresionante talento actoral como por su carisma y presencia en pantalla.
Su vida, marcada por éxitos y tragedias, refleja las complejidades de un hombre que alcanzó la fama y el reconocimiento en su país, solo para ver su carrera y su vida personal desmoronarse a causa de un revés devastador. A lo largo de su carrera, Rogelio cautivó a multitudes, convirtiéndose en uno de los galanes más queridos de la televisión mexicana, pero su historia es también una lección de resistencia, sacrificio y destino.
Rogelio Guerra nació el 8 de octubre de 1936 en Aguascalientes, México, bajo el nombre completo de Hildegardo Francisco Guerra Martínez, en honor a su abuelo paterno. Fue el hijo mayor de Guadalupe Martínez y Juan de Dios Guerra, quienes trabajaban en el sector ferroviario. Su infancia estuvo marcada por la constante movilidad debido al trabajo de su padre, lo que llevó a que Rogelio pasara mucho tiempo con su abuela en Aguascalientes, mientras que su familia se encontraba en otros lugares. A lo largo de su vida temprana, la familia Guerra estuvo profundamente vinculada al mundo del ferrocarril, lo que le dio una visión amplia del México rural y trabajador.
A la edad de 17 años, tras el divorcio de sus padres, Rogelio asumió la responsabilidad de ser el principal sostén de la familia. Este momento de su vida fue crucial, pues no solo tuvo que asumir el papel de cabeza de familia, sino que también se vio obligado a tomar decisiones importantes sobre su futuro. En un principio, trabajó en diferentes oficios, como en una fábrica de losa y luego en un banco, buscando estabilidad financiera. Sin embargo, su vida cambiaría de manera inesperada cuando un amigo de su trabajo lo animó a explorar el mundo artístico, específicamente la actuación y el baile.
Fue durante su tiempo en el Hotel Continental Hilton, un lugar de moda en la Ciudad de México, donde Rogelio tuvo su primer encuentro serio con el mundo del espectáculo. Allí comenzó a trabajar como botones, pero una oferta inesperada le permitió involucrarse en un espectáculo musical. Este evento marcó el inicio de su carrera artística, ya que pronto se destacó por su encanto natural y su presencia en el escenario. A partir de ese momento, comenzó a formarse como actor y modelo, y fue así como Rogelio adoptó su nombre artístico, “Rogelio Guerra”, un nombre que lo convertiría en una de las estrellas más perdurables del cine y la televisión mexicana.
Su carrera en el cine comenzó de manera fortuita, al ser invitado a dar clases de esgrima para una película. Gracias a su habilidad con las armas y su presencia en pantalla, fue rápidamente descubierto por un director de cine que lo contrató para un papel. A partir de ahí, la carrera de Rogelio se catapultó, y pronto se convirtió en un galán internacional. En 1979, protagonizó la exitosa telenovela Los ricos también lloran, una producción que lo consolidó como uno de los actores más queridos de México y del mundo hispanohablante. La telenovela, que fue transmitida en más de 80 países, catapultó a Guerra al estatus de estrella internacional.
A lo largo de su carrera, Rogelio Guerra participó en diversas telenovelas y películas que lo mantuvieron en el ojo público durante las décadas de 1980 y 1990. Entre sus papeles más memorables se encuentran Vanessa, Chispita, Amalia Batista y Principesa. Con cada proyecto, Rogelio demostraba su capacidad para interpretar tanto al héroe romántico como a personajes más complejos y oscuros, como en Mañana es para siempre, donde interpretó tanto a un noble como a un villano, un reto actoral que destacó su versatilidad.
Sin embargo, la vida de Rogelio Guerra no estuvo exenta de obstáculos. A mediados de los años 2000, se vio envuelto en una disputa legal con TV Azteca que casi destruye su carrera. La disputa se originó debido a un incumplimiento de contrato por parte de la televisora, lo que llevó a una lucha legal que duró más de una década. Durante este tiempo, Guerra sufrió una serie de dificultades, tanto legales como personales, que afectaron profundamente su bienestar físico y emocional. A pesar de los esfuerzos por recuperar su nombre y su carrera, el actor nunca logró superar completamente los efectos de esta batalla, y su salud se deterioró considerablemente, lo que contribuyó al diagnóstico de Alzheimer y otros problemas médicos.
A lo largo de los años, la familia de Rogelio, especialmente su hijo Aldo Guerra, se convirtió en un pilar fundamental para él. Aldo, quien también se dedicó a la actuación, recordó a su padre con cariño y admiración, aunque lamentó que Rogelio no viviera lo suficiente para disfrutar de los frutos de su carrera y su ardua lucha legal. La familia de Rogelio, incluida su cuarta esposa, Maribel Robles, estuvo a su lado durante sus últimos años, brindándole apoyo y cuidando de él mientras su salud empeoraba.
Rogelio Guerra falleció el 28 de febrero de 2018 a los 81 años, tras una larga batalla con diversas enfermedades debilitantes. Su muerte fue recibida con tristeza por sus colegas y seguidores, quienes recordaron su legado como uno de los galanes más importantes de la televisión y el cine mexicano. A pesar de los altibajos de su vida, Guerra dejó una huella indeleble en la historia del entretenimiento en México, convirtiéndose en un símbolo de perseverancia y dedicación.
En cuanto a su vida personal, Rogelio tuvo varios matrimonios, algunos de los cuales estuvieron marcados por complicaciones. Su primer matrimonio con Durcy Denis, una cantante de Veracruz, fue efímero, pero de él nació su hijo Rogelio Ramón. Posteriormente, su relación con la actriz Otilia La Rañaga, exesposa de Antonio Aguilar, también tuvo su altibajo, pero juntos tuvieron una hija, Hildegard. La relación más duradera de Guerra fue con Maribel Robles, con quien compartió los últimos años de su vida.
Rogelio Guerra, a pesar de los desafíos personales y profesionales, siempre será recordado por su talento y su legado en la pantalla mexicana. Su historia es la de un hombre que luchó por mantenerse a flote en la vida y en su carrera, enfrentándose a obstáculos y triunfando, pero que al final vio cómo su éxito se desvanecía poco a poco. Sin embargo, su contribución al cine y la televisión mexicanas es un testimonio de su arduo trabajo y su pasión por la actuación, algo que nunca será olvidado.