Flor Silvestre, nacida Guillermina Jiménez Chaboya el 16 de agosto de 1930 en Salamanca, Guanajuato, fue una de las figuras más queridas del entretenimiento mexicano.
Su carrera abarcó más de siete décadas, destacándose como cantante, actriz y ecuestre. Conocida por su talento y belleza, Flor Silvestre llegó a ser un ícono durante la Época de Oro del cine mexicano en los años 40 y 50. Su voz cautivadora y su habilidad para conectar con el público la convirtieron en una leyenda de la música ranchera y del cine mexicano. Sin embargo, su vida detrás del escenario estuvo marcada por altibajos, y su éxito fue acompañado de desafíos personales.
Desde su infancia, Flor Silvestre mostró una inclinación por la música, influenciada por su madre, quien era una apasionada cantante. Creció en una familia numerosa y musical, rodeada de hermanos que también compartían su amor por la música. La joven Guillermina se sentía atraída por los géneros populares en México durante su juventud, incluyendo el tango, el bolero y el mariachi. A la edad de 13 años, su vida cambió cuando decidió aventurarse en el mundo del espectáculo en la Ciudad de México. Fue en el teatro del pueblo donde obtuvo su primera oportunidad, logrando una ovación de pie y una segunda presentación en la que ganó el reconocimiento del público y de la crítica. Fue en esta época que adoptó su nombre artístico, Flor Silvestre, inspirado en una película de Dolores del Río. Desde entonces, su talento y encanto natural capturaron el corazón de muchos.
A lo largo de los años 40, su carrera despegó en el teatro y la radio. Su victoria en un concurso de canto la llevó a la emisora XEW, conocida como la voz de Latinoamérica desde México, donde Flor comenzó a ganar notoriedad. Sus primeras grabaciones con Columbia Records fueron un éxito y marcó el inicio de una carrera musical llena de éxitos. Durante esta época, Flor comenzó a girar por el norte de México y Sudamérica, llevando su talento a países como Perú y Argentina, donde conquistó nuevos públicos. Su éxito en estas giras consolidó su fama y le abrió las puertas a contratos en clubes nocturnos y teatros importantes de la Ciudad de México.
En el cine, Flor hizo su debut en los años 50, trabajando en películas junto a destacados actores mexicanos como Luis Aguilar y Joaquín Pardavé. Su primera película importante fue Primero soy mexicano, bajo la dirección de Pardavé, quien también escribió el guion. Flor encarnaba el espíritu de la música ranchera en la pantalla grande, y sus interpretaciones en filmes como El Tigre enmascarado y El lobo solitario fueron fundamentales para su carrera cinematográfica. Sus papeles en el cine fueron tanto variados como aclamados, consolidándola como una de las actrices más queridas de la época.
La vida personal de Flor Silvestre fue tan intensa como su carrera. Su primer matrimonio fue con Andrés Nieto, con quien tuvo a su primera hija, Dalia. Sin embargo, la relación fue corta debido a problemas personales que llevaron a su separación. Su segundo matrimonio fue con el presentador de televisión Paco Malgesto, con quien tuvo dos hijos, Francisco Rubiales y Marcela Rubiales. La relación entre ellos enfrentó dificultades, y tras la separación, Flor encontró estabilidad en su tercer matrimonio con el también cantante y actor Antonio Aguilar, con quien compartió casi 50 años de su vida. Esta unión dio origen a la famosa Dinastía Aguilar, integrada por sus hijos Antonio Aguilar Jr. y Pepe Aguilar, ambos también reconocidos en el ámbito musical.
La relación entre Flor y Antonio fue ejemplar. Aguilar no solo fue su esposo sino también su compañero en el mundo del espectáculo. Juntos protagonizaron varias películas y giras, siendo uno de los dúos más emblemáticos del entretenimiento mexicano. Su matrimonio fue un modelo de amor y compromiso, y Antonio siempre la recordaba con cariño. Su legado familiar continúa vivo hoy en día, especialmente a través de su nieta Ángela Aguilar, quien ha seguido los pasos de sus abuelos en la música ranchera.
Antes de su fallecimiento, Flor Silvestre compartió un consejo especial con Ángela, pidiéndole que siempre infundiera amor en sus interpretaciones y que mantuviera la esencia de la música ranchera en sus actuaciones. Este consejo fue un legado de amor y sabiduría que Ángela mantiene como una fuente de inspiración en su propia carrera. La partida de Flor Silvestre el 25 de noviembre de 2020 fue un momento de gran tristeza para su familia y sus seguidores. Su hija, Marcela Rubiales, compartió los últimos momentos de su madre, recordándola con cariño y respeto. Flor falleció pacíficamente en su hogar en Zacatecas, rodeada de sus seres queridos, y fue sepultada junto a su esposo Antonio, cumpliendo su deseo de descansar junto al amor de su vida.
La vida de Flor Silvestre fue un reflejo de su fortaleza y su pasión. Desde sus inicios en el escenario hasta su consolidación como una leyenda de la música y el cine mexicano, su trayectoria fue un testimonio de su dedicación y amor por su país y su cultura. Hoy en día, su legado sigue vivo en las nuevas generaciones de la familia Aguilar, quienes continúan honrando su memoria y llevando la música mexicana al mundo entero.