Lo que comenzó como una simple excursión romántica terminó en uno de los enigmas más escalofriantes del norte de México: la desaparición de una pareja en Chihuahua. Años después, turistas encontraron un cadáver incrustado en un cactus. ¿Accidente, crimen o algo más siniestro? El misterio sigue congelando a todos
Pareja desapareció en el desierto de Chihuahua — el hallazgo que heló a todos
En el árido silencio del desierto de Chihuahua, donde el sol abrasa y las noches muerden con frío, el tiempo parece tragarse historias sin dejar rastro. Una de ellas comenzó con la desaparición de una pareja y terminó con un hallazgo en 2007 que todavía eriza la piel de quienes lo escuchan.
La desaparición
Era una tarde de junio cuando Laura Méndez y su novio, Arturo Herrera, salieron en su camioneta rumbo a las dunas cercanas a Samalayuca. Planeaban acampar y tomar fotografías del cielo estrellado. Nunca regresaron.
Familiares denunciaron la desaparición, se organizaron brigadas de búsqueda y la policía recorrió kilómetros de desierto. Hallaron la camioneta abandonada, puertas abiertas, llaves puestas, pero sin señales de lucha ni huellas claras que explicaran su destino. El caso se fue apagando con los meses.
El hallazgo inesperado
Pasaron tres años. En 2007, un grupo de turistas europeos exploraba la zona cuando uno de ellos gritó al acercarse a un cactus saguaro, de más de seis metros de altura.
Entre sus espinas, literalmente incrustado en la superficie, estaba un cuerpo humano en avanzado estado de descomposición. El torso parecía atrapado por los brazos espinosos de la planta, como si el cactus lo hubiera devorado lentamente.
Las autoridades confirmaron más tarde que se trataba de Arturo. La identificación se logró por restos de ropa, un reloj y un análisis dental.
Preguntas sin respuesta
¿Cómo llegó hasta allí? Los investigadores propusieron varias teorías. Algunos decían que, perdido y deshidratado, intentó trepar o apoyarse en el cactus en busca de sombra o agua, quedando atrapado por las espinas gigantescas. Otros sugerían que fue colocado allí por alguien más, como advertencia o castigo.
Lo extraño era que el cactus presentaba heridas en su corteza, como si hubiera luchado contra un peso humano durante mucho tiempo. El cuerpo parecía encajado de forma antinatural, lo que alimentó teorías más macabras: desde un asesinato ritual hasta explicaciones sobrenaturales.
¿Y Laura?
Lo más perturbador es que nunca se encontró a Laura. Ni huesos, ni pertenencias, ni huellas posteriores. Algunos vecinos afirmaron haber visto a una mujer desorientada en una gasolinera semanas después, pero nunca se confirmó.
Su ausencia añadió un velo aún más oscuro al hallazgo. ¿Escapó? ¿Fue víctima de otro destino igual de terrible?
El eco en la prensa
La noticia corrió rápido por la región. Los titulares hablaban de “El cuerpo atrapado en un cactus” y “El misterio de Samalayuca”. Las fotos, aunque censuradas, mostraban la silueta imposible de un hombre fusionado con la planta.
Turistas comenzaron a visitar el lugar, apodado “El cactus del silencio”. Algunos dejaron flores, otros rezos, y no faltaron quienes juraron sentir escalofríos al acercarse.
Los investigadores
Oficialmente, el caso se archivó como “muerte accidental por exposición y atrapamiento en flora del desierto”. Sin embargo, los propios peritos reconocían en privado que nunca habían visto nada igual.
Un médico forense dijo: “Es como si la planta lo hubiera abrazado y no lo dejara ir. No hay precedentes de un cuerpo tan profundamente incrustado en un cactus.”
El mito
Con el tiempo, la historia se convirtió en leyenda urbana. Se decía que en noches de luna llena podía escucharse una voz masculina gimiendo cerca del cactus. Otros contaban que la silueta de una mujer aparecía caminando entre las dunas, buscando algo que nunca encontraría.
La verdad incómoda
Años después, aún quedan más preguntas que respuestas. Lo único claro es que aquel hallazgo sacudió a todo Chihuahua, mezclando miedo, morbo y compasión.
Eleanor Torres, una de las turistas que descubrió el cuerpo, resumió el sentimiento de muchos:
“Nos acercamos pensando que veríamos un cactus más. Pero lo que vimos nos persigue hasta hoy. Parecía un grito congelado en el desierto.”
Conclusión
La desaparición de Laura y Arturo, y el hallazgo del cuerpo incrustado en un cactus en 2007, sigue siendo uno de los episodios más enigmáticos del norte de México. ¿Accidente improbable? ¿Crimen oculto? ¿O un misterio que el desierto decidió guardar para sí mismo?
Mientras tanto, el viento de Chihuahua sigue soplando entre los cactus, como si cada ráfaga repitiera una advertencia: en el desierto, nada es lo que parece.