Antes de su muerte, La Prieta Linda Finalmente Confiesa La Impactante Verdad Sobre Flor Silvestre

Antes de su muerte, La Prieta Linda finalmente confesó una verdad que por años permaneció envuelta en el silencio y la discreción.

En el mundo de la música regional mexicana, pocas figuras han dejado una huella tan profunda como La Prieta Linda, cuyo nombre verdadero era María de los Ángeles de las Heras Ortiz.

Con una voz inconfundible y una presencia escénica que desbordaba carisma y autenticidad, su legado fue marcado tanto por su talento como por las relaciones cercanas que tejió a lo largo de su carrera.

Una de esas relaciones fue con la también icónica cantante Flor Silvestre, figura igualmente legendaria y querida por el público mexicano.

Durante décadas, los rumores sobre la verdadera naturaleza de la relación entre La Prieta Linda y Flor Silvestre circularon entre fanáticos y medios, aunque ambas artistas siempre mostraron respeto y admiración mutua en público.

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Sin embargo, poco antes de su fallecimiento, La Prieta Linda rompió el silencio en una entrevista íntima donde dejó al descubierto una verdad que sorprendió incluso a quienes la conocían bien.

En sus propias palabras, confesó que entre ella y Flor Silvestre existía una conexión mucho más profunda de lo que la mayoría imaginaba.

No se trataba simplemente de compañeras de escenario o rivales artísticas, sino de una hermandad forjada en el amor por la música y en vivencias compartidas que marcaron sus vidas.

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La Prieta Linda habló con emoción y nostalgia, recordando momentos privados donde ambas se apoyaban mutuamente en los momentos más difíciles.

Mencionó que Flor Silvestre fue una de las pocas personas en el medio que nunca le dio la espalda cuando enfrentó problemas personales y profesionales.

Según su testimonio, Flor no solo fue una colega, sino una confidente, una figura casi maternal, que le ofreció consejo, compañía y afecto genuino sin esperar nada a cambio.

Pero la parte más impactante de su confesión fue cuando admitió que durante un periodo de sus vidas, los sentimientos que las unían traspasaron los límites de una amistad convencional.

Sin caer en detalles explícitos, La Prieta Linda insinuó que su vínculo con Flor Silvestre tuvo una dimensión emocional y espiritual que se mantuvo oculta para proteger sus carreras en una época en la que tales sentimientos no eran aceptados públicamente.

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“Nos entendíamos sin palabras”, dijo con la voz entrecortada, “había un cariño que no se podía explicar, ni encasillar”.

Esta revelación no solo arrojó una nueva luz sobre ambas figuras, sino que también humanizó a dos leyendas que, tras los reflectores y los escenarios, vivieron emociones intensas y reales como cualquier ser humano.

La confesión de La Prieta Linda no fue un acto de escándalo, sino de liberación.

Un último gesto de honestidad para rendir homenaje a un lazo que, aunque discreto, fue uno de los más significativos de su vida.

Con sus palabras finales, dejó claro que su intención no era alterar el legado de Flor Silvestre, sino honrarlo desde la verdad y el afecto.

“Ella fue luz en mi camino”, concluyó.

Así, La Prieta Linda se despidió del mundo revelando no solo una verdad impactante, sino también la profundidad de un amor silencioso que vivió en las sombras, pero que, al final, encontró la luz.