“Riad será testigo”: El legado de Canelo en juego y el reto silencioso de William Scull
No todos los combates se ganan con puños. Algunos se disputan en la mente, en los medios, en los susurros de la crítica y en el peso del pasado. Este 3 de mayo, Saúl “Canelo” Álvarez no solo peleará por sus cinturones en el Kingdom Arena de Riad. Peleará, como tantas veces en su carrera, por su legado.
Frente a él estará William Scull, campeón de la FIB, un cubano que ha forjado su camino sin escándalos ni reflectores, pero con disciplina y récord invicto. Un rival sin nombre estelar, pero con hambre. Y eso, en el boxeo, puede ser tan peligroso como una mano zurda bien colocada.
Las críticas no se hicieron esperar desde el anuncio del combate. “¿Quién es Scull?”, preguntaron miles en redes. ¿Por qué Canelo no enfrenta a Benavídez? ¿Por qué en Arabia Saudita y no en Las Vegas o Guadalajara? La respuesta no es sencilla, pero sí reveladora: este combate no es solo una defensa obligatoria, es una jugada estratégica en el tablero global del boxeo… y del negocio.
Entre la presión y la historia
Canelo llega a Riad como campeón indiscutido de los supermedianos. Ha conquistado títulos en cuatro divisiones, ha enfrentado a leyendas como Golovkin, Cotto y Mosley, y ha sobrevivido a las críticas tras la derrota ante Bivol. Pero ser el rostro del boxeo también implica cargar con una expectativa que nunca descansa.
“Él lo va a sentir el sábado”, declaró Canelo en tono contenido pero firme. No entró en guerra de declaraciones. No lo necesita. Su mensaje fue claro: no subestimen al león por estar en la cima.
Scull, por su parte, ha mantenido la compostura. Sin provocaciones, sin bravuconadas. En sus palabras se respira respeto, pero también certeza: “He esperado esta oportunidad durante años”. Para muchos, el cubano-alemán representa un simple trámite. Para otros, podría ser el silencio antes del trueno.
Arabia Saudita: un ring dorado
La elección de Arabia Saudita como sede no es un capricho. El país del Golfo ha invertido miles de millones en proyectar poder blando a través del deporte: F1, WWE, fútbol… y ahora, boxeo de élite. Organizar una pelea como esta significa bolsas millonarias, cobertura global y una plataforma política. No todos están de acuerdo. Activistas denuncian que estos eventos sirven para maquillar violaciones a derechos humanos. Pero la pelea sigue en pie. Y los boletos se agotaron en días.
¿El rival correcto en el momento equivocado?
William Scull tiene un récord de 22-0, con 12 nocauts. Viene del sistema amateur cubano, uno de los más exigentes del mundo. No es un golpeador devastador, pero sí un estratega frío, técnico, con buen jab y movilidad. Su gran deuda: no ha enfrentado a un rival del nivel de Canelo.
Para algunos, esto basta para descalificar la pelea como “irrelevante”. Para otros, es una trampa. “El boxeo no se gana con nombres, se gana en el ring”, advirtió Sergio Mora. Y razón no le falta.
El peso de un legado
A estas alturas, cada pelea de Canelo es más que una victoria: es una declaración. Y el combate ante Scull no escapa a esta lógica. ¿Será una noche tranquila para reafirmar su dominio? ¿O será el último escalón antes de un megacombate con Benavídez o una revancha con Bivol?
La realidad es que Canelo, con 34 años y más de 60 peleas, ya no busca convencer a todos. Busca controlar su destino. “He hecho lo que ningún otro mexicano ha hecho. A esta altura tengo derecho de elegir”, dijo. Y aunque muchos no lo digan, lo entienden.
¿Y si Scull sorprende al mundo?
Todo gran reinado tiene una noche incierta. Para William Scull, esta es su vida entera comprimida en 12 asaltos. Si pierde con dignidad, su nombre dejará de ser una sombra. Y si gana… bueno, el boxeo ha vivido milagros más extraños.
Por ahora, el mundo mira hacia Riad. El desierto será testigo. El legado de un campeón y el sueño de un desconocido chocarán bajo los reflectores más brillantes. Y como siempre en el boxeo, la verdad se escribirá con sangre, sudor… y sorpresa.