¿Qué Significa Realmente Esta Noche Lavanda para Canelo Álvarez? ¿Podrá Recuperar su Trono en Tierra Ajena? ¿O Será William Scull Quien Redefina el Futuro del Boxeo Mundial desde Arabia Saudita?

Canelo en Arabia Saudita: Una Noche Lavanda, Tres Mexicanos y la Pelea que Puede Redefinir su Legado

Riad, Arabia Saudita — Bajo un cielo árido y un calor abrasador que roza los 37 grados centígrados, se encendieron los reflectores en una alfombra que no fue roja, sino lavanda. Un color inusual, sí, pero lleno de simbolismo en esta tierra lejana donde la flor que lo inspira representa templanza, concordia… y quizá, la calma antes del combate.

En medio de ese escenario inédito, William Scull, campeón de la Federación Internacional de Boxeo (FIB), fue el primero en llegar. El cubano, nacido en Matanzas pero forjado entre Argentina y Alemania, caminó con serenidad, flanqueado por la seguridad saudí y luciendo con orgullo el fajín de campeón que defenderá ante el ídolo de Guadalajara. Vestido con atuendo tradicional en tonos crudos y relajado como quien ya se visualiza en la cima, Scull saludó a la prensa con respeto, pero sin titubeos: “Vinimos a ganar. Con respeto, pero sin miedo.”

Pero los murmullos crecieron cuando se anunció la llegada de él. Del rostro que ha llevado el boxeo mexicano por el mundo. Saúl “Canelo” Álvarez apareció a la distancia con gafas oscuras, su ya característico paso firme y una sonrisa contenida. Con 62 victorias, 39 por la vía del cloroformo, el tapatío buscará este sábado su victoria número 67 y, más importante, recuperar el cinturón que dejó vacante cuando la presión de los organismos y los compromisos comerciales le impidieron defenderlo: el de la FIB, hoy en manos de Scull.

Mientras Canelo recorría la alfombra lavanda, su familia —Fernanda, su hija María Fernanda, y los padres de su esposa— lo acompañaban con discreción. No era una escena de gala. Era una declaración de principios: este combate no es sólo uno más, es personal, emocional y, como lo dijo el propio Canelo, “una forma de abrir caminos para nuevos peleadores del mundo.”

Las cámaras no paraban de parpadear. El ambiente, según relataron los enviados especiales de Box Azteca, era eléctrico. “No se siente como Las Vegas. Esto es distinto. Hay respeto, pero también curiosidad. Arabia Saudita ha abrazado el boxeo como un símbolo de poder global,” comentó Rodolfo Vargas.

En entrevista, Canelo habló con calma pero con claridad: “No estoy aquí solo para ganar. Estoy aquí para hacer historia. Representar a México a donde sea que vaya. Eso me motiva.” Se refirió también a la importancia de pelear fuera de Estados Unidos, de romper moldes y de inspirar a futuras generaciones. “Muchos creen que el boxeo es sólo fuerza. Pero es estrategia, es mente, es sacrificio.”

Y es que Canelo ya no es sólo el ídolo de Jalisco. Es un embajador del boxeo. Un hombre que, pese a las críticas, sigue llenando arenas y retando su propio legado.

Este sábado, no estará solo. La cartelera desde Riad incluirá a Jaime Munguía en una esperada revancha contra Bruno Suraz, así como el debut profesional de Marco Verde, medallista olímpico de plata. Tres mexicanos, una misma noche, y una sola misión: poner el nombre del boxeo azteca en lo más alto.

William Scull, por su parte, no vino a ceder. Su equipo ha estado entrenando intensamente en campamentos itinerantes entre Alemania y Medio Oriente. “Llevo nueve años esperando esta oportunidad. No vine de turista. Vine a callar bocas,” sentenció el cubano.

El ring ya está armado. Las cámaras están listas. Los comentaristas afinan sus gargantas. Pero más allá de las luces, del oro, del show y del sudor, este sábado puede marcar un antes y un después en la carrera de Canelo. ¿Recuperará el trono? ¿Se impondrá el hambre de Scull?

Nadie lo sabe. Pero en esta noche lavanda, bajo el cielo de Arabia, el boxeo mexicano escribe un capítulo que promete ser inolvidable.