¿Quién Dominará Cuando el Mundo Aún Duerme? ¿Está Canelo Listo para Vencer al Cubano Scull Bajo el Sol Naciente de Riad?

6 A.M. en Arabia: El Desafío que Igualará a Canelo y Scull Antes del Primer Golpe

Riad, Arabia Saudita — A veces, el verdadero combate comienza mucho antes de que suene la campana. En esta ocasión, la batalla más dura para Saúl “Canelo” Álvarez y el cubano William Scull podría no estar en el ring, sino en el reloj. Porque el 3 de mayo, cuando ambos crucen guantes por la supremacía del peso supermediano, lo harán a las 6 de la mañana, hora local. Y eso, en el mundo del boxeo, no es sólo un horario extraño: es un terreno desconocido.

La pelea, pactada para realizarse en el marco de la Riyadh Season y transmitida globalmente, será un evento sin precedentes no sólo por su ubicación en Arabia Saudita, sino por la hora. ¿La razón? Canelo lo explicó con claridad: “Quiero que mis fans en América del Norte puedan verla en horario estelar. Este sacrificio también es por ellos.”

Pero para pelear bien a esa hora, hay que vivir a esa hora. Y eso significa que tanto el mexicano como el cubano han tenido que rediseñar por completo sus rutinas de entrenamiento.

Canelo: Un campeón adaptándose al amanecer

Desde sus cuarteles en Jalisco, y más tarde en campamento en Nayarit, Canelo ha comenzado a modificar su vida desde lo más básico: su reloj biológico. “Vamos a entrenar a las 4 o 5 de la mañana cuando estemos allá”, afirmó el campeón, quien se ha comprometido a dormir, despertar, alimentarse y entrenar según la hora saudita desde tres semanas antes del combate.

No se trata sólo de correr al alba. La preparación de Álvarez incluye su clásico repertorio de ejercicios de fuerza y velocidad: lagartijas con pelota medicinal, flexiones sobre anillas, dominadas, manoplas, sombra, sparring, y claro, una dieta estricta basada en alimentos naturales que mantiene a raya cualquier descuido. La diferencia esta vez será la precisión horaria. Porque a las 6 a.m., cualquier error se paga caro.

William Scull: El cubano que también madruga

Por su parte, William Scull —el campeón de la FIB con récord invicto de 23-0 (9 KOs)— no se ha quedado atrás. Desde hace semanas entrena en España, donde ya adaptó su jornada para trabajar a las 6:00 y 7:30 de la mañana, replicando el horario exacto del combate.

“En Arabia vamos a trabajar a la misma hora de la pelea para sentir el ambiente. No es lo mismo que te lo cuenten a vivirlo”, explicó Scull en entrevista con Box Azteca. Su preparación ha sido meticulosa. Pasó 28 días en Sierra Nevada, donde desarrolló resistencia aeróbica, fuerza y técnica con sparrings intensos. “Cuando bajamos a Mallorca, volaba”, dijo con confianza. Y ese vuelo, espera, lo lleve directo a la cima.

Dos continentes, un mismo sacrificio

La singularidad de este combate va más allá de títulos en juego. Todos los cinturones mundiales del peso supermediano estarán en disputa: el de la FIB por parte de Scull y los del CMB, AMB y OMB que Canelo aún porta con orgullo. Pero más allá del oro y el prestigio, ambos púgiles llegan a Arabia con una preparación espiritual y física inusual.

Canelo ya ha estado en grandes escenarios: Las Vegas, Nueva York, Dallas… pero pelear en Arabia, al amanecer, es otro tipo de guerra. “Es parte del proceso, parte del sacrificio que implica ser el mejor,” afirmó el tapatío en su llegada a Riad, acompañado de su familia y rodeado de fanáticos.

Del otro lado, Scull no se achica. El cubano que cruzó medio mundo para llegar al boxeo profesional en Alemania y ahora enfrenta la pelea de su vida, sabe que un triunfo sobre Canelo lo catapultaría al olimpo del boxeo.

¿Quién resistirá el reloj?

Este sábado no será una noche de boxeo. Será un amanecer violento en Arabia Saudita, donde dos hombres han madrugado por semanas para pelear por todo. En un escenario donde la alfombra no es roja sino lavanda, y donde la tradición saudí se mezcla con la intensidad del boxeo mexicano, el tiempo se convierte en el tercer peleador del ring.

Scull quiere la gloria. Canelo quiere la historia. Y ambos tendrán que ganársela antes de que el sol haya terminado de salir.