“No tuve televisión ni promotores millonarios”: William Scull responde con orgullo y furia a críticas de Márquez y De la Hoya
La tensión en el mundo del boxeo no se vive solo sobre el ring. Con la pelea entre Saúl “Canelo” Álvarez y William Scull cada vez más cerca, las declaraciones empiezan a cruzar golpes antes que los propios guantes. Esta vez, el que rompió el silencio fue el invicto cubano William Scull, quien lanzó una respuesta directa y cargada de indignación a las críticas lanzadas por los excampeones Juan Manuel Márquez y Óscar de la Hoya.
Durante los últimos días, ambos íconos del boxeo mundial minimizaron la trayectoria de Scull, acusándolo de ser “desconocido”, “poco probado” y una “elección segura” para Canelo. Para muchos, era otra pelea sin riesgo real. Pero Scull no se quedó callado.
“Lo mío me lo gané solo”
En entrevista con TUDN, el yumurino fue claro, directo y emocional:
“Me molesta que sean boxeadores que vinieron desde abajo como yo. Mi historia, como la de muchos, no fue fácil. He peleado en cuatro países, vencí a todo el que me pusieron enfrente, y hoy soy campeón mundial. No tuve televisión, ni una gran promotora, lo mío me lo gané solo.”
Sus palabras resonaron con fuerza. No solo defendió su récord invicto (23-0), sino que lo hizo desde el lugar más humano: el del peleador que se ha construido sin reflectores ni micrófonos dorados.
“Cuando me vieron en persona, me aplaudieron”
Más allá del desacuerdo, Scull también mostró decepción:
“Me duele que peleadores que vienen de la pobreza y la miseria se expresen así. Cuando los vi en persona, me aplaudieron. No me dijeron nada de eso. ¿Por qué ahora?”
La acusación no fue menor. Scull deja entrever una doble moral: respeto en privado, pero juicio en público. Un golpe que no se lanza con el puño, sino con el micrófono.
¿Subestimado o ignorado a propósito?
Scull no niega su falta de visibilidad mediática. “Está bien que digan que soy desconocido”, afirmó. Pero también dejó claro que lo que no tiene de popular, lo tiene de sólido. “Fui ganando todo por la vía difícil: eliminatorias, títulos, combates fuera de casa. Y ahora estoy frente a Canelo. Algo debo tener.”
Y razón no le falta: en un deporte donde la narrativa muchas veces se impone sobre la técnica, Scull representa una amenaza silenciosa. No tiene la propaganda, pero sí el hambre.
Un rugido antes del combate
Las palabras del cubano han dividido al público. Para unos, es una pataleta. Para otros, un recordatorio necesario: el boxeo también es lucha de clases, de trayectorias invisibles y de hombres que no nacieron con el respaldo de los grandes.
Scull lo dijo sin rodeos: “No soy un invento. No llegué aquí por suerte. Llegué porque gané.”
La pelea del 3 de mayo contra Canelo será su mayor vitrina… pero también su juicio final ante el mundo. Si triunfa, silenciará a todos. Si cae, quedará como uno más que gritó sin ser escuchado.
Por ahora, William Scull ha dejado claro que no piensa ser el pelele de nadie. Ni de la prensa. Ni de las leyendas. Ni siquiera del propio Canelo.